Este fin de semana fue el peor de todos los que pasé con mi madrileño. Después de 6 horas de autobús aún tuve que esperar una hora y media a que llegara. Ya no me asusto, es lo normal en él, tiene que recoger su tiendita (no se lo digo pero me jode, con perdón).
Llega cansadísimo. Normal, durante la semana se fue a tomar dos días unas cervecitas con los coleguitas, se acostaba a las 3 de la mañana y a las 7 tiene que estar en pie. Y además tanto calor... así que a las 7 de la tarde nos vamos a una cafetería y se toma un whisky. Yo alucino un poco, un poco solo, de que alguien se tome un whisky a las 7 de la tarde teniendo que coger el coche para que se le pase el cansancio.
Nos vamos para Ávila, a nuestro nidito de amor que ya estamos cansados de hoteles. Llegamos a las 8 y media, damos rienda suelta a nuestro amor y mi madrileño a dormir hasta que lo desperté a las 10 y media. Si queríamos cenar era hora. Cenita en un sitio muy chulo con vistas a la muralla, una copita y para casa. Y al llegar quiere otra vez dar rienda suelta a nuestro amor, a mí no me apetece y él pues... no se le levanta el ánimo como para eso.
Sobre las 10 nos despertamos, como ya nos conocemos, por sus ademanes veo que quiere dar rienda suelta a nuestro amor pero es que a mí.... no me apetece tampoco!!! (Quien me lo iba a decir!!)
A las 12 vuelta lo mismo, pero a mí sigue sin apetecerme!!! Se da media vuelta algo cabreado y sigue durmiendo. A la 1 me llaman de casa, mi hermana que quiere comentarme la situación, que si mi padre está no sé en donde, que si ella no va a comer, que si está mi hermano solo,.... Y ya no aguanto más, las lágrimas salen aunque yo no quiera... Salgo de cama, me voy a la salita, lloro un poco, me leo dos o tres revistas,... y mi madrileño sigue durmiendo.
A las 3 se despierta sobresaltado pq no estoy en cama. Voy a su lado, me dice que qué me pasa, no aguanto más, me pongo a llorar como una magdalena.... Le digo que estoy agobiada, que este año me van a llamar para trabajar en Castilla y León, que me voy a querer ir todos los fines de semana a mi casa y que cuándo lo veo a él. Me abraza todo cariñoso, que no me preocupe, que no me adelante a los acontecimientos, que cuando eso pase ya buscaremos una solución. No me convence su planteamiento pero bueno... me quedo sin palabras. Se pone cariñosón, quiere dar rienda suelta al amor, a mí no me apetece pero accedo, me dice que cada día le gusto más, finjo que llego pero no, quiero que acabe. Me da igual no llegar, mi cabeza está en otras cosas.
Son las 4 de la tarde, tenemos que comer, ¿dónde a esas horas? Telepizza. Hace mucho calor en Ávila. Parece que aún tiene sueño. A mí me duelen los ojos de tanto llorar. También me apetece dormir, estoy cansada.
Antes de la siesta mi madrileño quiere dar rienda suelta al amor, a mí no me apetece, a ver si cuando despierte. Son las 8 de la tarde, suena el despertador. Me asusta a mí misma tanta desgana por mi parte así que me digo, venga, inténtalo, pasátelo bien y nos ponemos a ello. Tanto cansancio de mi madrileño hace que enseguida le falle el ánimo, sé que no voy a llegar, no noto casi que tengo algo dentro así que... unas caritas raras y alá... que acabe él.
A las 9 vamos hacia Madrid, ya se acabó el fin de semana. Me tengo que volver a mi tierra. Encantada.
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