Conocí a mi hombre este domingo. Quedamos en Benavente, a medio camino para los dos. Fue un poco paliza tanto viaje, cinco horas entre ida y vuelta. Además esa noche no durmiera bien, con los nervios de verle quizás.
Ninguno de los dos conocía Benavente así que decidimos quedar delante del Ayuntamiento, un sitio estratégico y fácil de encontrar. A las 12:30. Yo puntual, él más tarde, después de una media hora, coche matrícula de Madrid, puede que sea él, me saluda, no hay dudas, es él.
Dimos una vuelta por el pueblo, nos tomamos unas cuantas cañitas antes de comer, me puse colorada un par de veces, muy buen rollito, bromita por aquí, que te toco la mano por allá, miraditas de cordero degollado por su parte (por la mía no sé), que pasa tú delante, que te cojo el brazo... Y nada más, no paso nada más, me quedé con ganas de que me diera un abrazo, pero yo para estas cosas soy muy, muy cortada y me pongo muy tensa.
Si volveremos a vernos? No lo sé, desde luego que me quedé con ganas de un achuchón por su parte.
1 comentario:
Bueno, la primera impresión es normal estar un poco cortado o parado.... La segunda es diferente ya veras..
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